Calor y mascarilla. ¿Cómo combinarlos?

Llegan las altas temperaturas y los días de bochorno propios de la estación del verano. En vacaciones y, especialmente cuando estamos en la playa, se agradece mucho este tipo de clima. Aunque este verano y salvo que se relajen las restricciones, vamos a tener que ir acompañados de nuestra vieja conocida, la mascarilla y eso no es algo muy placentero.

Combinar la mascarilla y el calor no es nada sencillo. Si esta protección contra el COVID ya es agobiante en otras épocas del año, durante el estivo la sensación de ahogo se incrementa y también nos hace generar un poco de sudor en la zona de los pómulos y comisuras.

Os damos una serie de consejos para no pasarlo tan mal con la mascarilla en estos meses de verano, que ya están a la vuelta de la esquina. Conviene tener una estrategia y algo de picardía.

Consejos para combatir el calor

  • En primer lugar, si en lugares cerrados usamos mascarilla de filtro de alta protección, como una de tipo FFP 2, entonces en el exterior os recomendamos cambiar a una mascarilla quirúrgica, de esas de color azul celeste, porque transpira muchísimo más y en el exterior el riesgo es menor. Además, la mascarilla quirúrgica evita que el COVID escape de la persona que la lleva puesta, protegiendo del potencial contagio, por lo tanto, a los de alrededor.

 

  • Aprovecha para bajarte un poco la mascarilla cuando estés en una calle solitaria y sin nadie alrededor. De esta manera, podrás coger una buena bocanada de oxígeno libre de virus y sin poner en riesgo a nadie cuando expulses el aire de nuevo al exterior. En realidad, no es algo permitido como tal. Aunque si no hay personas a nuestro alrededor y nos está dando una especie de sofoco, nadie podrá reprendernos por nuestro afán de supervivencia.

 

No es recomendable reutilizarlas

  • Lleva preparadas varias mascarillas de repuesto en el bolso o bolsillos para poder ir renovándolas. Las mascarillas cogen muy pronto olor con el sudor. Por ello, será mucho más confortable poder cambiarla con frecuencia. Por otro lado, recuerda que, con las temperaturas altas, las bacterias pueden proliferar con una mayor facilidad y, al final, la mascarilla puede convertirse en algo realmente insalubre para nuestro propio organismo. No hay que ser exagerados y mentar la expresión “renovarla o morir”. Pero no es muy buena opción reutilizar las mascarillas o usarlas durante muchas horas. Sobre todo cuando el termómetro se dispara en nuestra ciudad o en los destinos muy cálidos cuando estamos disfrutando de las vacaciones de agosto.

 

  • Por último, os recomendamos descartar por completo las mascarillas de rejilla que ahora se han puesto tan de moda, ya que, aunque permiten respirar con una facilidad deslumbrante, en realidad no protegen en absoluto ni al sujeto que la lleva puesta, ni al resto de personas que están en las distancias cortas. Es solo una mascarilla “quitamultas”, y no nos conviene en absoluto ni es nada inteligente comprarnos una de estas “protecciones”.

 

De todas formas, también es necesario comentar, aunque sea brevemente, que conforme la población vaya recibiendo su dosis de alguna de las vacunas (Pfizer, Moderna, Janssen, Astrazeneca, etc) y la inmunidad de grupo se acerque al porcentaje que se han marcado los gobiernos como objetivo, van a cambiar mucho las cosas. Es previsible que, tanto el ejecutivo central como los gobiernos autonómicos relajen las restricciones y permitan ir sin mascarilla en el exterior. Y hay que reconocer que, en los espacios interiores, la mascarilla en verano no supone ninguna diferencia porque normalmente hay aires acondicionados en funcionamiento o, al menos, algún ventilador, para enfriar el ambiente.

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