Soluciones para gafas que se empañan por la mascarilla

Hace unos días os hablamos de los tipos de mascarillas y sus variopintas características, puntos fuertes y debilidades. Sus prestaciones, como pudimos ver, son muy variadas, pero lo que es un problema común para mucha gente, son las gafas que se empañan por la mascarilla, o, mejor dicho, por culpa del vaho de la respiración.

El dilema surge entonces entre mantener firme la barrera contra el virus, o conservar las gafas claras como el agua, para evitar chocarte con una farola o no reconocer al vecino en la acera de enfrente.

El problema aparece en la mayoría de los casos porque no está bien ajustado el alambre de la mascarilla en torno al tabique nasal. En consecuencia, el chorro de aire que exhalamos se escapa por esa rendija que queda entre nuestro cutis y la propia mascarilla, al exterior, empañando los cristales de nuestras gafas. Así pues, el primer punto que debemos analizar es si nos hemos colocado la mascarilla de forma adecuada, porque puede que ese sea el único problema.

Una vez que hemos contemplado esta posibilidad, y asumiendo que el alambre y la mascarilla se adaptan de una forma bastante limitada a nuestra fisionomía, debemos tomar otro tipo de medidas para ponerle fin al problema, porque es especialmente acusado cuando hace frío, y recordemos que todavía quedan semanas de invierno por delante.

En primer lugar, puedes probar a cruzar las gomas de la mascarilla, de manera que se abra un hueco semicircular en los pómulos (en el caso de las mascarillas higiénicas o quirúrgicas) y así el aire que respiramos es canalizado hacia los laterales. Sin embargo, aunque es un truco bastante efectivo con este tipo de mascarillas mencionadas, no resulta recomendable porque el aire es expulsado sin ningún tipo de filtrado, exponiendo a todos los presentes en la misma sala a un posible contagio, y sucede lo mismo con parte de las partículas que inspiramos.
Gafas que se empañan por la mascarilla

Otra opción es embadurnar los cristales con una fina película de jabón sólido, aunque esa propia aplicación nos limitará parcialmente la visión clara de nuestras gafas.

Así pues, las soluciones realmente útiles y efectivas se reducen a las gamuzas antivaho, que son unas sencillas gamuzas hechas con microfibra, muy suaves, fabricadas para no dañar los cristales de las lentes, y un poco humedecidas. Se aplican en círculos por toda la superficie y garantizan que el vaho no nos molestará durante varias horas. Hay que decir, no obstante, que la efectividad de estas toallitas puede variar según el clima o el ambiente del lugar. Suelen venir en paquetitos con varias gamuzas, que nos permiten tener siempre cerca una de ellas; en la mochila, en el maletín, en el bolso o en la guantera del coche.

De todas maneras, las toallitas antivaho de usar y tirar son también soluciones provisionales, ya que debemos seguir de estar pendientes de aplicar el tratamiento con una frecuencia más grande de la deseable. Si lo que buscamos es una solución más duradera para el problema de las gafas empañadas, debemos buscar toallitas con aplicaciones más dilatadas en el tiempo (hasta de dos días).

Este tipo de toallitas se basan en las propiedades hidrófilas del dióxido de titanio, que es un coloide hidrófilo que ayuda a mantener a las microgotas de agua alejadas de la superficie, a nivel molecular. Este invento fue desarrollado por la NASA en los años 60 del siglo pasado para el proyecto Gemini, en concreto para las viseras internas de los cascos de los astronautas. Como vemos, la carrera espacial ha sido una fuente inagotable de invenciones que se han aplicado a nuestro día a día años o décadas después.

Deseamos que estos consejos para cuando las gafas que se empañan por la mascarilla os ayuden a mantener los cristales de vuestras gafas perfectamente transparentes. Porque es importante mantener a nuestro organismo alejado del coronavirus, pero también es fundamental ver de forma adecuada a través de nuestras lentes.

gafas empañadas

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