San Valero en GranCasa

Todo zaragozano de pro que se precie conoce el dicho popular: San Valero es rosconero y ventolero. Y es que es tan tradicional es que el 29 de enero, festividad de San Valero, sople el cierzo como que comamos roscón.

Si el 29 de enero celebramos San Valero, patrón de la ciudad de Zaragoza nacido en el S-III y obispo de la ciudad, es porque éste falleció un 29 de enero de 1315.  Su estatua, está, aunque muchos zaragozanos lo desconozcan, flanqueando la entrada al Ayuntamiento de Zaragoza en la Plaza del Pilar junto al Ángel Custodio. Una imponente figura de cuatro metros y medio de altura obra de Pablo Serrano.

Con los años, San Valero se ha convertido en una festividad de la que disfrutar en familia, aprovechando el parón en el calendario de enero, un mes ya de por sí complicado con la vuelta a la rutina tras las vacaciones navideñas, para planificar alguna actividad de ocio. Entre las favoritas de los zaragozanos: comer fuera e ir al cine. Dos planes perfectos que podrás llevar a cabo si eliges celebrar San Valero en GranCasa. Y es que, aunque San Valero sea un día festivo en el que nuestras tiendas permanezcan cerradas, nuestra zona de ocio y restauración permanece abierta con una oferta amplísima en hostelería entre la que podemos encontrar comida mediterránea, comida internacional, comida tradicional y por supuesto cafeterías y pastelerías en las que degustar el clásico roscón de San Valero.

Al igual que nuestros cines, ubicados en la segunda planta, o nuestro Playground, del que los más pequeños pueden disfrutar de forma gratuita.

Además, celebrar San Valero en GranCasa es aún más cómodo si tenemos en cuenta que al tratarse de un día festivo nuestro parking es totalmente gratuito.

Al margen del lugar escogido para celebrar San Valero, no sería lo mismo sin degustar el clásico roscón. Ese tradicional postre a base de mantequilla, harina, huevos, corteza de limón y de naranja, agua de azahar, azúcar y levadura rematado por frutas confitadas y que normalmente, va relleno de nata. Sin olvidarnos de la sorpresa, aliciente para comer (o repetir) un trozo de roscón.

Todo lo que necesitas en un solo espacio